Indudablemente, la minería es un baluarte y soporte de la economía peruana, pese a quienes sean los detractores y a la agitación que generan.

Diego Marrero, escribe hoy en la Sección Economía de El Comercio un interesante y largo artículo titulado “Economía peruana con mejores vientos” donde entre otros aspectos menciona reiteradamente a la minería.

MINING REPORT al transcribir parte de dicho valioso análisis y  comentario, señala que resalta en letra negrita las menciones a la minería y no es el autor, cuyo texto va líneas a continuación:

Luego de que la tasa de crecimiento de la economía peruana había estado consistentemente por encima de la de los demás países de la región por varios años, en los últimos tres períodos esta tasa convergió hacia niveles más modestos.

El PBI llegó a aumentar casi 9% anual entre el 2007 y el 2010, y 6% en promedio hasta el 2013.

Sin embargo, el consenso es que, en este año, crezca por debajo del 3%.

En los últimos ejercicios, sucedió una serie de eventos que restaron impulso al crecimiento que se venía dando.

En el 2014, se registraron menores exportaciones por la caída del precio de los metales y la reducción de la inversión en bienes de capital.

Luego, en el 2015 hubo cierta recuperación por el inicio de grandes proyectos mineros.

Sin embargo, los efectos adversos producidos por el fenómeno de El Niño y una menor inversión privada se sintieron, al igual que una caída más pronunciada de la inversión pública.

En el 2016, la inversión privada continuó registrando descensos que se reflejaron en distintos sectores como el de construcción.

Finalmente, a inicios de este año, los efectos de El Niño costero, una menor inversión pública y privada, y un menor impulso minero  –debido a una mayor base de comparación–  llevaron a la economía a crecer a tasas de 2% entre enero y mayo.

Tras este crecimiento lento, han comenzado a aparecer cifras de recuperación en sectores claves.

Por un lado, se observa que los despachos de cemento nacionales están al alza desde junio, revirtiendo la tendencia negativa que venían mostrando.

Estos han registrado una tasa de crecimiento del 4% en la última medición, de la mano con una inversión pública que creció al orden del 20% en setiembre y 30% en octubre.

Asimismo, las mayores exportaciones provenientes de una mayor producción minera y mejores precios de los commodities han permitido alcanzar un superávit de la balanza comercial de más de US$5.000 millones en los 12 últimos meses contados a setiembre.

De hecho, el año debería cerrar en un nivel superior a esa cifra.

Además, en la misma línea, la inversión minera creció hasta agosto a un ritmo del 4%.

Mirando los próximos meses y el 2018, este dinamismo debe afianzarse.

En las últimas encuestas de expectativas económicas, se ve un repunte en el crecimiento que se espera en el corto plazo.

Además, la confianza del consumidor se viene afianzando y avanza hacia un terreno de expansión.

En paralelo, se espera que la inversión minera se mantenga a un nivel similar al de los últimos meses o incluso se acelere en la medida que las empresas busquen nuevos proyectos.

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