La falta de dólares ha sido una de las causas que en numerosas oportunidades frenó la posibilidad de detener los ciclos de crecimiento, que debieran involucrar siempre procesos de desarrollo social e integración. Desde Vaca Muerta hasta las nuevas inversiones mineras, todo contribuye.
La hipótesis es sencilla: dado el contexto y con todas las variables históricas, económicas y sociales adentro de la ecuación, la producción de hidrocarburos y la actividad de la minería parecieran ser, al menos, el comienzo de un límite proyectado a los condicionantes que usualmente vienen a detener los procesos de crecimiento en la Argentina: el de la restricción externa. La falta de dólares ha sido una de las causas que en numerosas oportunidades frenó la posibilidad de detener los ciclos de crecimiento, que debieran involucrar siempre procesos de desarrollo social e integración.
La industria fue uno de los grandes motores de la recuperación, al crecer un 7% en ese período. Lo ocurrido en materia de desempleo y empleo lo explica el conjunto de la industria, construcción y agro. Más interesante aún es esta evaluación: “en todo el mundo la pandemia generó un desplazamiento de los patrones de consumo desde los servicios a los bienes y eso le dio impulso a la industria. Recién ahora los servicios están volviendo a ganar peso. Por otro lado, existen factores locales como el cambio en la orientación de las políticas productivas, que creó grandes incentivos para sustituir importaciones”.
Fuente; Ambito
En esta instancia es que aparece información vital. “La industria es súper importante en materia de exportaciones, explica cerca de dos tercios de las ventas de bienes. Cuando digo industria me refiero a las manufacturas de origen agropecuario (MOA) que son poco más de un tercio de las exportaciones de bienes y a las manufacturas de origen industrial (MOI). Pienso que ambas van a crecer en los próximos años pero siguiendo una tendencia acorde con la serie histórica”, señala el sociólogo pero agrega otro dato: “Creo que el gran salto exportador de la próxima década va a ser en energía y minería. Si se dan ciertas condiciones, vamos a pasar a exportar en forma significativa. Minería hoy exporta u$s3.200 millones al año y compartimos la cordillera con Chile, que lo hace por más de u$s50.000 millones. Eso marca que hay un potencial muy sub aprovechado, con un territorio muy inexplorado. Ahora está habiendo una oleada inversora muy importante ligada al litio y al cobre que puede dar un salto exportador muy relevante, seguramente en la segunda mitad de la década. En energía hoy no somos autosuficientes, pero en la medida en que madure Vaca Muerta, prospere el off shore, y con el caso del hidrógeno verde más hacia el final de la década, también se da un nuevo gran potencial exportador”.
Hace algunos días, en lo que fue una primicia de Ámbito, el Gobierno firmó su adhesión como miembro asociado a la Agencia Internacional de la Energía (IEA, sigla en inglés). El ministro de Economía, Martín Guzmán, fue el funcionario que oficializó el trámite en suelo francés, donde a inicio de semana viajó para reprogramar vencimiento de deuda con el Club de París.
“Nos complace unirnos a la IEA como miembro asociado. Esperamos trabajar de manera conjunta y articulada”, dijo el funcionario. “Es un buen momento para que la Argentina ingrese a la IEA, porque la aceleración del desarrollo del sector energético es una prioridad para nuestro Gobierno”. La IEA es una organización global, creada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tras la crisis del petróleo de 1973. En ese marco, quedó claro un detalle no menor: la Argentina es hoy un jugador escuchado del mercado de la energía por poseer nada menos que a Vaca Muerta, cuarta reserva mundial de petróleo de esquisto y segunda de gas no convencional.
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