La ministra de Medio Ambiente no entendía las críticas de Gisele, quien le ha mandado una extensa carta para explicar los problemas de las políticas medioambientales del país
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De un día para otro, Gisele Bündchen (38) se ha convertido en la última musa contra el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil. Todo empezó cuando el nombre de la top model brasileña, muy implicada en las causas ambientales desde hace años, apareció en una distendida entrevista radiofónica con la nueva ministra de Agricultura, y no precisamente para recibir elogios.
La ministra Tereza Cristina, representante del potente lobby de la ganadería y la agricultura, criticó duramente la actuación de brasileños, que, como la modelo, critican la legislación y la manera en que Brasil protege la selva amazónica. “Es absurdo lo que hacen con la imagen de Brasil, desgraciadamente son malos brasileños. Por algún motivo van por ahí fuera dando una imagen de Brasil y del sector productivo que no es verdadera (…) de hecho, perdóname, Gisele Bündchen, pero tú deberías ser nuestra embajadora, y decir que tu país está en la vanguardia del mundo de la preservación, y no poner pegas sin conocimiento de causa”. Acto, seguido, la ministra anunció en Twitter que formalizaría la invitación para que Gisele sea la embajadora mundial de la agricultura brasileña.
La Embajadora de Buena Voluntad de la ONU para el Medio Ambiente también le recordó a la ministra que desde 2006 trabaja en proyectos a favor de la naturaleza en Brasil, que dona a la causa parte de la renta que generanlos productos que llevan su nombre, y sobre todo, que nunca tuvo nada en contra del sector agrícola de su tierra natal, puesto que se crió en el interior del país y sus abuelos siempre fueron agricultores. Pese a ello, Gisele sabe bien que la ganadería a gran escala es la principal causa de destrucción de la Amazonía. Hace tres años, invitada por National Geographic, se subió a una avioneta para comprobarlo con sus propios ojos y no puedo evitar las lágrimas al ver las enormes extensiones de terreno devastado para siempre.
Pese a la predisposición, es muy probable que la modelo mejor pagada del mundo no tenga mucho de que presumir ante la comunidad internacional. La nueva ministra de Agricultura dijo en una de sus primeras entrevistas que “hay margen” para seguir deforestando de forma legal. Bolsonaro no para de decir que la protección al medio ambiente muchas veces es un obstáculo para la economía y que quiere acabar con la “industria de las multas”. El nuevo ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, quiere rebajar el nivel de protección de los parques naturales para poder construir líneas férreas o vías de transmisión eléctrica y ha puesto en el punto de mira a las ONG’s ambientalistas, insinuando que trabajan para intereses extranjeros y que son un riesgo para la soberanía del país. Todo apunta a que la Gisele-activista tendrá bastante trabajo en los próximos cuatro años.
El rifirrafe con el Gobierno de Bolsonaro no tiene que ver con las afinidades políticas de la modelo, que también estuvo muy atenta a la actuación de gobiernos anteriores. En 2012, durante el mandato de la izquierdista Dilma Rousseff se implicó a fondo en la campaña contra el nuevo Código Forestal, que entre otras cosas incluía una amnistía para deforestadores. El año pasado también se movilizó contra las intenciones del Gobierno Temer de acabar con la Renca, una reserva natural en la Amazonía de 47.000 kilómetros cuadrados (el tamaño de Dinamarca) que iba a entregarse a la industria minera. Gisele se enzarzó en una discusión en Twitter con el expresidente, que tras la presión de la modelo (y de miles de activistas bien organizados) acabó dando marcha atrás.
Fuente; El Mundo
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